domingo, 11 de mayo de 2008

LUCERO


Bello lucero que en el firmamento,
reencarnas mi lejano pensamiento.
Que siempre igual, eterno como el mundo,
me abismas en ensueños muy profundos.
Yo te evoco en los días de la infancia
y me invaden recuerdos y fragancias.
Luego la juventud, que en sus albores,
me ofrecía a la vez, deseo y temores.
Borracha de esperanzas y de anhelos,
te hablaba de ambiciones y desvelos
y en las noches serenas del verano,
desde el portal, te tendía la mano.
Dulce lucero, te guiñaba un ojo
y te contaba en prosa algún antojo...
Hoy a través del tiempo y la distancia,
muertos todos mis sueños y mis ansias,
a pesar de arrastrar una cadena,
por el triste dolor que me condena,
cuando en la noche puedo contemplarte,
y sé que nunca dejaré de amarte,
me invade una ternura milagrosa,
y a pesar de la angustia, soy dichosa.
Hay mezclados en mi alma sentimientos,
duelo, alegrías, placeres y tormentos,
algo que con palabras no se expresa
y que colman mi pecho y mi cabeza.
Porque yo sé, que se me fue la vida,
en medio de congojas y de heridas,
y aunque he sufrido en carne propia tanto,
y he derramado muchas noches llanto,
mientras mis ojos suban a mirarte,
aunque no tenga nada que contarte,
la muda sensación me maravilla,
si veo en el cielo que tu silueta brilla.
Ya no me siento sola si te miro,
porque cuando hacia ti la vista giro.
imagino el reflejo de un diamante,
allá en el firmamento tan distante.
Se me antoja que el fulgor es solo mío
y en mágico y delirante desafío,
lucero amado, penetras en mi alma,
que solo en ese instante, encuentra calma.


Marga Mangione

Todos los textos de esta página
están protegidos por los derechos de autor

RENACER

Publicado ECEI antología - 1998



Con una mueca sutil
la luna me hacía un guiño
mas en mi mente febril,
hacía gala el desaliño.


Las estrellas cual diamantes
se descolgaban del cielo
y mis lágrimas brillantes,
rodaban lentas al suelo.


Ya la noche se pasaba
ella lucía su belleza
yo más sola me quedaba,
toda empapada en tristeza.


De pronto la claridad
comenzó a aparecer
y noté la realidad,
del nuevo día nacer.


Salió el sol todo de fuego
y me inundó con su luz
pedí perdón en un ruego,
y me olvidé de mi cruz.


Marga Mangione

Todos los textos de esta página
están protegidos por los derechos de autor

domingo, 4 de mayo de 2008

TORBELLINO


Torbellino que enloquece
mi corazón deprimido;
angustia de estar tan sola,
dolor de sueño perdido.


Sentir muy dentro del pecho
como un tizón encendido;
que lo perfora y lo ensancha,
y lo deja dolorido.


Batir de parche en las sienes
pena de pájaro herido;
llanto que cubre mi alma,
y detiene mis sentidos.


Estoy así por tu culpa
tu olvido me ha enloquecido;
nunca más seré feliz,
tan solo porque te has ido.


Pero no quiero que vuelvas,
prefiero que estés perdido;
en las penumbras del tiempo,
donde te llevó el olvido.


Ya no quiero tus mentiras,
porque jamás me has querido;
es mejor el llanto a solas,
que el engaño compartido.


Marga Mangione

Todos los textos de esta página
están protegidos por los derechos de autor

LUZ DE MIS OJOS...




Tu dulce mirada
me llega hasta el alma;
sin ella no vivo,
me tiene hechizada.
Adoro tus ojos
y si no me miras,
siento que me faltan
por esos enojos,
la luz y la vida
de mis propios ojos.


Si yo veo al mundo
por esa mirada;
sin ella no vivo,
me tiene encantada.
Tus ojos son brujos
luceros del alba,
me cantan amores
me roban la calma,
y si no me miras...
¡me eclipsas el alma!


Marga Mangione

Todos los textos de esta página
están protegidos por los derechos de autor

LLUVIA



Suave murmullo lánguido y triste,
calor de fuego junto al hogar;
intimas tardes, noches amigas,
que nos invitan siempre a soñar.


Ecos de voces, dulces recuerdos,
tiene la abuela en su corazón;
horas felices va reviviendo,
mientras se mece el viejo sillón.


Días de lluvia llantos eternos,
noches de lluvia con santa paz;
laten serenos los corazones,
y de las gotas sigue el compás.


Pálidas manos sobre un teclado,
se oyen las notas de un viejo vals;
mientras las gotas, como diamantes,

cantan su himno de soledad.


Marga Mangione

Todos los textos de esta página
están protegidos por los derechos de autor